
Sien embargo está ultima semana, con los milagros aprobados a Juan Pablo II y Alvaro del Portillo estamos viviendo también otra fiesta de la Fe. Comprobamos como la Fe vivida, la Fe celebrada, al final se convierte en la Fe festejada en el banquete celestial.
Juan Pablo II y Alvaro del Portillo vivieron la Fe con tal intensidad que, como decía San Josemaria, se podía cortar.
Como no recordar los viajes difíciles de Juan Pablo II a Nicaragua o a Holanda cuando lo humanamente lógico era esperar tiempos mejores pero Juan Pablo II era un hombre de Fe y no vivía para cumplir sus planes sino aquellos que le marcaba la Providencia.
Los Santos, como acaba decir el Papa, nos iluminan con la Fe. Pidamos a Juan Pablo II y Alvaro del Portillo que nos iluminen con sus vidas.
Tener nuestra Fe puesta en Dios, es abandonarnos a su voluntad con la confianza de que El guía nuestras vidas.
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