domingo, 9 de junio de 2013

No entiendo a los que se sientan siempre al final


Hay dos actitudes que no entiendo mucho de la gente que acude a la Santa Misa.

La primera de ellas es los que habitualmente llegan tarde. Ayer me encontré con unos chicos a la puerta de una Iglesia que cuando ya había comenzado la Eucaristía todavía esperaban en la puerta.

Pero la segunda también es frecuente. Aquellos que reiteradamente se sientan en los últimos bancos. Lejos del Altar.

Ver, como muy bien dice Guardini, es el primer paso para participar. En la mirada humana está todo el hombre. Mirar el Altar con los ojos impregnados de fe significa mucho más que estar convencido de que ése es el lugar donde se desarrolla la acción sagrada: ese mirar es ya participación.

Y sino que se lo digan al bueno de Zaqueo que se subió a un árbol para poder ver a Dios.

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