¿Tienes ya todo metido en la mochila?, esta pregunta u otra parecida es la que muchas madres hacen a sus hijos al comienzo del curso. Una mochila que, por cierto, llevan preparando varios días.
En la mochila esta la tartera, los libros de matemáticas y lengua, el plumíer, etc., vamos una mochila que necesita ruedas para poder andar y, sin embargo, hay un pequeño objeto que puede que te hayas olvidado introducir en la mochila de tu hijo: un pequeño crucifijo.
Si, mira, todos los días, todos, nos enfrentamos a la pequeña cruz de cada día. Un pequeño castigo de la Seño, una humillación de una amiga en el recreo, la pérdida de un pequeño objeto al que teníamos cariño...u otras más importantes: cortar una conversación inconveniente, tratar a un compañero cargante o el poner atención al profesor peñazo; podemos adoptar dos aptitudes: resignación o aceptación.
Pues para poder aceptar esas situaciones con una sonrisa que útil es mirar a un crucifijo y cuando uno piensa que no puede más...mira a Jesús en la cruz y, con El, de nuevo a luchar.
Por consiguiente, junto a todo lo que necesitas para estudiar no te olvides de meter en tu mochila ese pequeño objeto que te puede ayudar a mejorar.
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