Yvonne Chauffin preguntaba hace años al Cardenal Koening, ¿se da usted cuenta de que si en lugar de hacer sus estudios superiores en Roma los hubiese hecho en Londres su vocación todavía vacilante no se hubiese logrado?, ¿quiere eso decir que la vocación es fruto de las circunstancias?
Hay quienes piensan que para que una persona tenga vocación es necesario que nazca en una determina familia, que estudie en un determinado colegio, vaya con unos amigos determinados amigos y acude por un determinado ambiente.
Pues una afirmación de esa naturaleza sería muy superficial. En primer lugar porque desconocería la capacidad de la acción de Dios ya que la reduciría a la simple lógica de los hombres. Pero es que además desconocería como se ha comportado Dios a lo largo de la historia de la Salvación porque desde el comienzo de la vida de la Iglesia en el encuentro del Resucitado en el camino de Damasco hasta nuestros días vemos como Dios llama a quién quiere, cuando quiere y como quiere.
Esto no quiere decir que en muchas ocasiones Dios facilite circunstancias sociales y familiares para que germine la llamada pero afirmar que la llamada sólo pueden surgir en ambientes favorables sería una simplifación de la voluntad de Dios que es Omnipotente.
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