Hablando ayer con un amigo hemos descubierto el mal que nos ocurre a muchos cristianos y que desde hace tiempo viendo señalando los romanos pontífices. El gran mal de los cristianos es que nos hemos aburrido de Dios.
El aburrimiento de Dios al final nos lleva primero a la desidia y finalmente al alejamiento cuando no al desprecio del Creador. Pero, ¿Por qué nos ocurre esto?, nos podríamos preguntar. La razón es sencilla: nos hemos tomado el seguimiento de Cristo como si fuera una Gymkana.
Es decir, seguir a Cristo es lograr superar unas pruebas: cumplir unos mandamientos, realizar determinadas prácticas de piedad y vivir unas pautas de conducta determinadas....y si fallas...siempre tienes la oportunidad de volver a empezar acudiendo al Sacramento de la Penitencia.
Esta es la gran equivocación y lo que Jesús vino a decir a los fariseos y publicanos de su tiempo: cumplían pero no amaban. Seguir a Cristo, como han dicho Juan Pablo II, Benedicto XVI o ahora el Papa Francisco, no es seguir un ideal sino a un persona. No es hacer cosas sino amar sin medida. Es verdad que al final amar significa hacer pero hacer no lleva a amar y este es el gran error aquellos que piensan que haciendo están amando.
Por eso el secreto de esta pócima se llama: que busques a Cristo que encuentres a Cristo, que ames a Cristo.
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