miércoles, 12 de diciembre de 2012

Ser cristiano es encontrarse con Cristo



Te dejo, el día de la fiesta de Guadalupe, la primera parte de la Intervención de Guzmán Carriquiry comentado la exhortación postsinodal Ecclesia in America.

No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o por una gran idea, sino por el encuentro con un Acontecimiento, con una Persona, que da nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva.

Este encuentro no puede nunca darse por descontado, sino experimentado siempre de nuevo.
Todos estamos llamados a vivir la fe como nuevo inicio, como esa novedad sorprendente, esplendor de verdad y promesa de felicidad, che reenvía al acontecimiento que la hace posible y que continuamente la regenera.

Sólo en el estupor y fascinación de este encuentro, superior a todas las expectativas pero percibido y vivido como plena respuesta a los anhelos de verdad y felicidad del “corazón” de toda persona, el cristianismo ne se reduce a una lógica abstracta, sino que hace carne en propia existencia. Por ello, la primera y más sincera actitud humana y cristiana es pedir, invocar, como pobres pecadores suplicantes, que el misterio de Dios se manifiesta en la propia vida, que nos haga reconocer la presencia de Cristo, que mueva nuestra prontitud para acoger su designio de salvación para nuestra vida con un obediente fiat, como el de la Santísima Virgen María. Este encuentro, que adviene por medio de aquellos que hacen transparente su Presencia, con toda su fuerza suave de atracción, se realiza en toda su verdad en la participación a los sacramentos, que son los gestos con los cuales Jesucristo abraza y transforma la vida de los fieles; encuentro que se gusta, se profundiza y que permea toda la vida en la oración perseverante, en una disciplina de vida espiritual. Tal es la suprema prioridad para las Iglesias del continente americano, para toda la Iglesia católica.

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