Todas las reuniones sinodales han concluido con un mensaje para la Esperanza y han abordado asuntos de vital importancia para la vida de la Iglesia en las circunstancias actuales en las que se convocaba el Sínodo.
Ahora el Papa Francisco, como en su día hizo el Beato Juan Pablo II, ha convocado un nuevo Sínodo sobre Los desafíos pastorales de la familia en el contexto de la nueva evangelización. El tema me parece de especial importancia porque las dificultades por las que atraviesa la familia no son pocas.
Hace unos días, como ha publicado Sandro Magister, los sacerdotes de todo el mundo han tenido que recibir el cuestionario de preparación para la asamblea sinodal.
Pienso que las preguntas son acertadas sin embargo tengo mis dudas de que algunos sacerdotes puedan responder al cuestionario presentado porque para eso tienen que ser buenos directores espirituales y no tener un conocimiento teórico del pueblo encomendado sino realmente tener una experiencia vital de sus problemas y para eso, como ha animado el Papa, tienen que sentarse en el confesionario.
No quiero adelantar conclusiones, que no me corresponden dar, pero la pastoral familiar tiene su solución en el acompañamiento espiritual y eso, al final, es que los sacerdotes trabajen más la rejilla.
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