Ayer me entere de la noticia del fallecimiento de una muy buena mujer que conocí hace años.No fueron muchas las veces que puede hablar con ella. De hecho sólo sé que tenía varios hijos y una hija pero siempre se me quedara grabada una conversación que tuvimos, hace ya años, en un barrio residencial de Madrid tomando café con su marido. Me comunicaron que, por la crisis que ya había empezado aparecer en el sector de la construcción donde su marido trabajaba, se mudaban de provincia y que se iban a vivir al sur de España dónde él tenía familia y conocidos. Hablamos de los hijos, de lo que dejaban en Madrid, de muchísimas cosas, fue la última vez que hable con ellos y con ella.
Casi al finalizar la conversación ella me pregunto, ¿Sabes para quién tengo guardado mi traje de novia?, la pregunta ya me sorprendió y con un ligero movimiento de cabeza manifesté mi sorpresa y negación. Lo tengo preparado, contesto ella misma, para el alba de mi primer hijo sacerdote.
Hoy, después de años, contemplo como su hijo sacerdote lleva el Alba del taje de novia de su madre mientras oficia el Funeral de su Madre que, desde el cielo, seguro que sonríe por la entrega de su hijo.
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