En el verano de 2008 el Papa tuvo un encuentro con los sacerdotes de la diócesis de Bolzano -Bressanone y ahí Willibald Hopfgartner, franciscano, le pregunto al Papa sobre la experiencia estética de la fe para el anunció y la liturgia y el Papa, entre otras cosas respondió:
En realidad, ya he dicho en otra ocasión que para mí el arte y los santos son la mayor apología de nuestra fe. Los argumentos aducidos por la razón son muy importantes, y no se puede renunciar a ellos; pero luego, a pesar de ellos, sigue existiendo el disenso.
En cambio, al contemplar a los santos, esta gran estela luminosa con la que Dios ha atravesado la historia, vemos que allí hay verdaderamente una fuerza del bien que resiste al paso de los milenios, allí está realmente la luz de luz. Del mismo modo, al contemplar las bellezas creadas por la fe, constatamos que son sencillamente la prueba viva de la fe. Esta hermosa catedral es un anuncio vivo. Ella misma nos habla y, partiendo de la belleza de la catedral, logramos anunciar de una forma visible a Dios, a Cristo y todos sus misterios: aquí han tomado forma y nos miran.
Todas las grandes obras de arte, todas las catedrales —las catedrales góticas y las espléndidas iglesias barrocas—, son un signo luminoso de Dios y, por ello, una manifestación, una epifanía de Dios. En el cristianismo se trata precisamente de esta epifanía: Dios se hizo una velada Epifanía, aparece y resplandece.
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