Me faltan algunas páginas para terminar La infancia de Jesús; y como han dicho ya muchos es una pena que, de este estupendo libro, los protagonistas por la prensa sean un buey y una mula de los que ya hablo Ratzinger en 1983 (El rostro de dos, 19-25).
Pienso que este libro tiene algunos otros pasajes mucho más interesantes y, entre ellos, me parece muy interesante aquel en el que el Papa señala, refiriendose a José, cuál es la imagen de Justo: el Salmo I en el que se describe que el Justo (Santo), es aquel que vive en intenso contacto con la Palabra de Dios.
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