Si. Pero el Papa goza de esta infabilidad cuando proclama con un acto definitivo la doctrina en cuestiones de fe y moral. También las decisiones magisteriales del colegio episcopal en comunión con el Papa pueden tener carácter infalible, por ejemplo las decisiones de un Concilio Ecuménico cuando proponen una doctrina como definitiva (888-892).
La infabilidad del Papa no tiene nada que ver con su integridad moral, ni con su inteligencia. Infalibe es en realidad la Iglesia pues Jesús le ha prometido el Espíritu Santo, que la sostiene en la verdad y la introduce en ella cada vez más profundamente. Cuando una verdad de fe evidentemente es negada o tergiversada de repente, La Iglesia debe tener una última palabra que exprese de forma vinculante lo que es verdadero y lo que es falso. Esta palabra es la del Papa. Como sucesor de Pedro y primero de los Obispos, tiene poder de formular la verdad cuestionada según la tradición de la fe de la Iglesia, de tal modo que se presente a los fieles para todos los tiempos como segura para ser creída o mantenida de manera definitiva. Un caso particular de esto se da cuando el Papa proclama un dogma. Por eso un dogma no puede nunca tener un contenido nuevo. Un dogma se proclama muy raramente. El último es de 1950.
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