Se han dado por muchos autores espirituales muchos argumentos sobre porque es necesario el silencio interior y exterior para poder rezar.
Guardini en, El Señor, describe un situación que ayuda a comprender y valorar la conveniencia del silencio partiendo del momento de la Encarnación. Escribe el profesor de Munich:
Un profundo silencio lo envolvía todo, y en el preciso momento de la medianoche tu palabra omnipotente, de los cielos, de tu trono real, cual invencible guerrero se lanzó en medio de la tierra...En efecto, dice Guardini; las grandes cosas se realizan en silencio; no en el fragor y la ostentación de los acontecimientos exteriores...las potencias silenciosas son las más eficaces.
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