Hoy comienza una vieja costumbre en la Iglesia que es honrar a María, por el privilegio concedido por Dios, ser Inmaculada desde la concepción.
Es una tradición antigua porque desde el Siglo VIII se viene celebrando la Fiesta de la Inmaculada Concepción y vemos a los monjes de Palestina es ese siglo cantando el himno de San Andrés de Creta: Inefable
fue el
alumbramiento de la concepción
sin simiente y sin corrupción de
la Madre Virgen, pues la natividad de
Dios renueva la naturaleza. Y en todas las generaciones te magnificamos como
ortodoxos. Madre y Esposa de Dios.
María, la gran pedagoga del evangelio, tiene, como nos recordaba el Beato Juan Pablo II, la gran misión
mostrarnos a su Hijo.
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