
En un tiempo en e que en muchos sitios se rompen el 50% de los matrimonios, cada uno que perdura es un gran signo, en definitiva un signo de Dios. En esta tierra en la que tantas cosas son relativas, los hombres deben creer en Dios, el único absoluto. Por eso todo lo que no es relativo es tan importante: alguien que dice absolutamente la verdad o es absolutamente fiel. La fidelidad absoluta en el matrimonio no es tanto un testimonio de logro humano como de la fidelidad de Dios, que siempre está presente, aun cuando a todas luces le traicionamos y le olvidamos. Casarse por la Iglesia quiere decir confiar más en la ayuda de Dios que en la propia provisión de amor.
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