viernes, 4 de enero de 2013

¿Por que hay que hacer un curso de retiro?


Que crees que te respondería Benedicto XVI si pudiéramos hacerle esta pregunta.


Una fuerte experiencia de Dios, suscitada por la escucha de su Palabra, comprendida y acogida en la propia vida, bajo la acción del Espíritu Santo, la cual, en un clima de silencio, de oración y con la mediación de un guía espiritual, capacita para el discernimiento en orden a la purificación del corazón, a la conversión de vida y al seguimiento de Cristo, para el cumplimiento de la propia misión en la Iglesia y en el mundo. Junto a otras formas de retiro espiritual, por lo demás loables, es bueno que no falte la participación en los ejercicios espirituales, caracterizados por el clima de silencio completo y profundo que favorece el encuentro personal y comunitario con Dios y la contemplación del rostro de Cristo. Jamás se insistirá suficientemente en esta exigencia, que mis predecesores y yo mismo hemos recordado muchas veces.

En una época en la que la influencia de la secularización es cada vez más fuerte y, por otra parte, se nota una necesidad generalizada de encontrar a Dios, no debe faltar la posibilidad de ofrecer espacios de intensa escucha de su Palabra en el silencio y en la oración. Lugares privilegiados para dicha experiencia espiritual son especialmente las casas de ejercicios espirituales a las que, con este fin, hay que sostener materialmente y dotar de personal adecuado. Animo a los pastores de las diversas comunidades a preocuparse de que no falten en las casas de ejercicios responsables y agentes bien formados, guías, animadores y animadoras disponibles y preparados, dotados de las cualidades doctrinales y espirituales que hagan de ellos verdaderos maestros del espíritu, expertos y apasionados de la palabra de Dios y fieles al magisterio de la Iglesia. Una buena tanda de ejercicios espirituales contribuye a renovar en quien participa la alegría y el gusto por la liturgia, en particular por la celebración digna de las Horas y, sobre todo, de la Eucaristía; ayuda a redescubrir la importancia del sacramento de la Penitencia, meta del camino de conversión y don de reconciliación, así como el valor y el significado de la adoración eucarística. Durante los ejercicios es posible recuperar con fruto también el sentido pleno y auténtico del santo rosario y de la práctica piadosa del Vía Crucis.



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