
El mal siempre quiere ensuciar la creación para contradecir a Dios y para que no sea reconocible su verdad y su belleza. El muy bello del día sexto de la creación, expresión del Creador, es permanentemente puesta en duda por el mal de este mundo, del sufrimiento y de la corrupción.
En un mundo, marcado también por el mal, el Logos, la Belleza eterna debe aparecer como el jefe del sufrimiento. El Hijo encarnado, el Logos, es coronado con una corona de espinas y sin embargo es que tiene que ser así. En la figura del Hijo de Dios que sufre comenzamos a ver la Belleza mas profunda de nuestro Creador y Redentor, podemos, en el silencio de la noche oscura, escuchar su Palabra.
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