martes, 26 de febrero de 2013
Ante el ateo recalcitrante...cariño.
Tengo un amigo que no se quiere convertir por mucho que le insista. Su mujer, de vez en cuando me llama, y me dice...no le dejes...tu sigue..., espero que alguna vez se convierta pero el ateo recalcitrante o mejor dicho el ateo cabezón sólo tiene una solución: cariño y a veces...mucho.
Hace años nos fuimos un grupo de la universidad a hacer un viaje de estudios a una ciudad de Europa y cuando llego el domingo anuncie a mis amigos que iba a ir a Misa. Todos, menos uno, mi mejor amigo, dijeron que ellos también irían.
Me quede muy preocupado pero decidí hablar con él esa misma tarde. La conversación fue muy tensa y me dijo que no pensaba cambiar que no pensaba ir a Misa más porque no veía su sentido. Esa misma noche otro amigo que sabía de mi preocupación me dijo: tratalé con más cariño...no lo desprecies ahora.
El día siguiente teníamos que visitar un museo de esa ciudad pero ya estaba harto de ver cosas y dije que me quedaba en el hotel....los demás les pareció bien mi idea y se sumaron a mi plan pero él dijo que quería ir. En un primer momento pensé: este se va ir sólo por cabezón pero luego...te acompaño. Nos fuimos los dos solos
La visita fue un rollo y estuve no muy hablador pero...al domingo siguiente, ya en España, recibí una llamada de teléfono a primera hora de la mañana: a que hora vas a ir hoy a Misa...quiero ir contigo...era mi amigo del museo.
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